“…la Sociedad es la unidad esencial completada del hombre con la naturaleza,
la verdadera resurrección de la naturaleza, el naturalismo realizado del hombre
y el humanismo de la naturaleza…” (K. Marx)
“La experiencia revolucionaria y la habilidad de organización son cosas que se pueden adquirir.
¡Lo único que hace falta es querer desarrollar en uno mismo las cualidades necesarias!
¡Lo único que hace falta es tener conciencia de las deficiencias,
y en la labor revolucionaria conocerlas,
es recorrer la mitad del camino para corregirlas!” (V.I. Lenin)
Para cualquier análisis que hagamos sobre nuestra realidad debemos ser-estar siempre ‘vigilantes’ con nosotros mismos para no caer en visiones “idealistas”, abstractas, que nos llevan a especulaciones por fuera de la realidad concreta, real que vivimos.
En este caso, considerando los temas propuestos podríamos construir, desde esa visión “idealista”, como “debería ser” un buen militante, y buscar los detalles sobre las características del militante “ideal”, “perfecto”.
De este modo sólo alimentaríamos la frustración constante, y no nos involucraría en nada con las contradicciones diarias, concretas, que vivimos en nuestras luchas, y que son parte esencial de nuestra existencia humana. Estaríamos perdiendo, también, la dimensión de autorrealización del ser humano.
Lenin se ha referido sobre el militante, el cuadro político, como un profesional que se desarrolla desde la praxis revolucionaria. En la misma lucha se forma, es la que lo capacita le enseña a ser, agitador, propagandista, organizador y formador siempre en relación con las masas:
“Si el obrero revolucionario quiere prepararse a fondo para su trabajo, debe convertirse en un revolucionario profesional. (…) Cuando tengamos destacamentos obreros revolucionarios especialmente preparados por un largo aprendizaje (y por supuesto que en “todas las armas” de la acción revolucionaria), ninguna policía política del mundo podrá con ellos, porque esos destacamentos de hombres consagrados en cuerpo y alma a la revolución gozarán de la confianza ilimitada de las más amplias masas obreras”.[1]
Como seres humanos tenemos como característica, la automediación. Esto significa que el ser humano puede hacer que, él mismo, se transforme en egoísta o lo contrario. Nuestra naturaleza no es ser buenos o malos, sino ser automediadores de nuestra existencia, de nuestra relación con la naturaleza, con nosotros mismos y con otros seres humanos.
“La naturaleza humana no es algo fijado por la naturaleza, más por el contrario, una ‘naturaleza’ que es hecha por el hombre en sus actos de ‘auto-trascendencia’ como ser natural”
“…Sólo es posible hablar de naturaleza humana en un sentido: en el sentido cuyo centro de referencia es el cambio histórico, y su base la sociedad humana”.[2]
El pueblo de Cuba, como sujeto colectivo, dio forma, contenido y sentido al proceso histórico que construyó la revolución. El Che afirma que las armas fundamentales, que son la fuerza principal del Ejército Rebelde, son la Moral y la Disciplina.
¿Qué podemos decir de la moral?:
“En términos generales, la moral es el conjunto de normas y cualidades de la conducta humana, que constituyen el cemento ideológico para cohesionar socialmente a los hombres y posibilitar su convivencia; expresa la dimensión histórica del comportamiento individual…” [3]
“El esquema base de la moral es la subordinación de las necesidades, deseos y aspiraciones particulares a las exigencias sociales. No obstante, se llega a la moral únicamente cuando la exigencia es interiorizada, y además adquiere cierta permanencia”[4]
¿Qué armas son esas (la moral y la disciplina) que han llevado al pueblo al triunfo de la revolución socialista y le ha permitido a la revolución cubana recrearse en esto 48 años? Comenta el Che:
“…esta guerra la ganó el pueblo por la acción de su vanguardia armada combatiente, el Ejército Rebelde; y las armas fundamentales de este Ejército que eran su moral y disciplina.
Disciplina y moral son las bases sobre las que se asienta la fuerza de un ejército, cualquiera que sea su composición. Examinemos ambos términos: la moral de un ejército tiene dos fases que se complementan mutuamente; hay una moral en cuanto al sentido ético de la palabra y otra en su sentido heroico;” [5]
Entonces, el Che distingue entre la Moral ética y la Moral heroica (de lucha), pero afirma que ambas se complementan.
“Todos los ejércitos deben cuidar celosamente su moral ética, como parte sustancial de su estructura, así como factor de lucha, como factor de endurecimiento del soldado. La moral en un sentido heroico es esa fuerza combativa, esa fe en el triunfo final y en la justicia de la causa que lleva a los soldados a efectuar los más extraordinarios hechos de valor.”[6]
La Moral de lucha es la que nos impulsa a saber, a sentir, a construir respuestas sobre el porqué y el para qué de lo que está sucediendo, y el porqué y para qué de lo que estamos haciendo para transformar esa situación.
“Nosotros sentíamos el verso vigoroso de nuestro himno nacional: «Morir por la patria es vivir»; ellos (los soldados de la dictadura) lo conocían por cantarlo, pero no lo sentían en su interior. El sentimiento de justicia en una causa y el sentimiento de no saber por qué se pelea en la otra, establecían las grandes diferencias entre ambos soldados.
Entre los dos tipos de moral, la moral ética y la moral de lucha, hay un nexo de unión que las convierte en un todo armónico: la disciplina. Hay distintas formas de disciplina pero fundamentalmente, hay una disciplina exterior al individuo y otra interior a él.” [7]
“Morir por la patria es vivir” expresa el himno nacional cubano. Ese sentimiento de justicia que impulsa la construcción de respuestas, impulsa acciones concretas que van generando nuevas preguntas; pero sobre todo impulsa una manera, una forma de vivir, que se alimenta desde esos dos tipos de moral, que sólo tienen sentido con la Disciplina. Si no existiera la Disciplina no podría existir esa unión armónica entre la moral ética y la moral de lucha.
Para explicar la importancia de la Disciplina, el Che caracteriza 2 momentos que son parte del proceso de formación de la conciencia revolucionaria: 1) la disciplina interior, que surge del estudio y la comprensión de los deberes revolucionarios, lo que implica, necesariamente, la autoconciencia para ubicarnos, con nuestro compromiso militante, en las luchas que los pueblos construimos por nuestras liberación. Este aspecto de la disciplina va naciendo desde el convencimiento, desde la práctica concreta.
2) la disciplina exterior, que es fría y mecánica. Sólo responde a una orden impartida, para ejercer el respeto de las reglas y normas en función de los objetivos trazados. No surge, necesariamente, desde el conjunto de las personas involucradas en el proceso, sino que depende que otro, incluso observado (a veces) como ‘superior’ o como ‘autoridad’ oriente/dirija el proceso.
Ciertamente las normas existen como necesidades esenciales al funcionamiento de toda sociedad. Si fuesen ellas “necesidades interiores” del ser humano, no habría necesidad de que sean impuestas externamente.
“Estamos tratando de dar a nuestras fuerzas armadas rebeldes, el mínimo de disciplina mecánica necesaria para el funcionamiento armónico de grandes unidades con el máximo de disciplina interior, proveniente del estudio y la comprensión de nuestros deberes revolucionarios. Hoy como ayer, aunque exista un aparato que se dedique específicamente a castigar las faltas, la disciplina no puede ser dada de modo completo por un mecanismo exterior, sino lograda por el afán interior de superación de todos los errores cometidos.” [8]
“Cuando Marx habla de la ‘riqueza interior’ del hombre en oposición a la alienación, se refiere al ‘hombre rico’ y a la ‘necesidad humana rica’. Este ser es rico porque es ‘el hombre carente’ de una totalidad de la manifestación humana de la vida. El hombre, en el cual su realización existe como necesidad interior, como falta. Ese es el criterio que debe ser aplicado a la evaluación moral de toda relación humana” [9]
La disciplina nunca podrá ser construida completamente por mecanismos externos. Esos mecanismo son necesarios, por supuesto, y sobre todo en procesos que se están iniciando, pero sino existe en cada uno de nosotros ese afán interior de superar nuestros errores, vicios y desvíos, de trabajar nuestras ‘faltas’, nuestras ‘carencias’, no avanzamos personalmente y, por lo tanto, tampoco como colectivo. Así no avanzaríamos en la construcción del hombre y la mujer nueva. Por esta razón debemos ir ampliando nuestra disciplina interior (conciente). Continúa el Che:
“Los regímenes militaristas trabajan constantemente sobre la disciplina exterior. También aquí se notaba la enorme diferencia entre los dos tipos de ejércitos; el de la dictadura, practicando su moral, su disciplina exterior, mecánica y fría (…); lo que rebaja automáticamente su moral de lucha. ¿Lucha por qué y para qué? ¿Luchar por mantener ciertas prebendas para el soldado? ¿El derecho a expoliar?, (…) el derecho a ser el ratero uniformado? pero por ese derecho la gente no pelea sino hasta un momento determinado; hasta que se le exige el sacrificio de la vida...
Del otro lado un ejército rebelde con una enorme moral ética, una disciplina exterior inexistente y una rígida disciplina interior, nacida del convencimiento. El soldado rebelde no bebía, no porque su superior lo fuera a castigar, sino porque no debía beber, porque su moral le imponía el no beber y su disciplina interior reafirmaba la imposición de la moral de ese ejército, que iba sencillamente a luchar porque entendía que era su deber entregar la vida por una causa”.[10]
En nuestras actitudes cotidianas expresamos nuestra ética, la vivencia de determinados valores que construyen ciertas relaciones sociales, culturales y económicas.
En cada acción o en cada omisión, en cada sentimiento, en cada pensamiento, en cada palabra o silencio, estamos expresando el sentido que tiene para nosotros la vida, nuestra esencia. Es desde esa vida cotidiana, en el trabajo práctico, en el estudio, en nuestros entretenimientos, en el debate, en nuestras relaciones afectivas-íntimas, donde ponemos nuestro ‘ser humano’, nuestro sentido.
“Mucho más difícil (…) es mantener la línea necesaria sin desviarse un centímetro de ella durante todas las horas de cada uno de los días. Cuando se logre (…) la cohesión suficiente y a nuestra moral de lucha se agreguen una alta moral ética con el complemento necesario de las disciplinas interior y exterior, se habrá logrado la base firme y duradera del gran ejército del futuro, que es el pueblo entero de Cuba”.[11]
No podremos, entonces, comprender la importancia de la Ética sin ubicarla en las acciones cotidianas que le dan sentido a la lucha que vamos asumiendo en el proceso.
Entonces, el sentido de la ética para el Che, no sólo se expresa en una actitud frente a la propia existencia, frente a los otros, frente a la naturaleza, sino que sobretodo es la mediación entre el ser humano y su sentido histórico; vivenciando esa disciplina que nace del convencimiento, del afán interior de superación, construyendo desde la praxis colectiva, en la búsqueda de transformar las injusticias existentes, y proyectando a la propia humanidad, al género humano.
Aquí es donde es central adentrarnos en la praxis, como concepto brinda elementos para nuestra comprensión.
Una forma ‘común’ de entendernos, es vernos personas ‘prácticas’, lo que nos lleva a pensar que no necesitamos de teorías. Se afirma que los problemas encuentran su solución en la práctica misma. Se separa la práctica de la teoría, el pensamiento de la acción. Ciertamente, aquí tenemos una “conciencia de la praxis” pero que se ha ido formando de un modo espontáneo e irreflexivo. La praxis, así entendida, sólo tiene un sentido utilitario, individual y autosuficiente. Pero, ¿qué es entonces es la praxis?
“Toda praxis es actividad, pero no toda actividad es praxis”[12]. Podemos afirmar que la actividad-acción siempre involucra por lo menos a un sujeto activo que busca modificar. La acción-actividad propiamente humana sólo se da cuando esos actos que buscan transformar, se inician con un fin o un objetivo a alcanzar, un resultado. Entonces nuestros actos no sólo se hallan determinados por el pasado, por el presente, sino por algo que no tiene una existencia efectiva aún. La determinación de las acciones no viene del pasado sino del futuro, del fin que queremos alcanzar. La actividad humana es, por lo tanto, actividad conforme a fines, y éstos sólo existen por el ser humano como productos de su conciencia.
Entonces praxis es esa totalidad que está conformada por 2 polos: 1) la práctica, entendida como el accionar sobre la naturaleza, sobre la sociedad, que puede ser creador o también alienante; y 2) la conciencia: entendida como el conocimiento/saber, que nunca se da separado de la práctica. Ambos polos se influyen mutuamente, en una construcción histórica, determinando así nuestros modos de saber, de hacer y de ser.
La vida del Che, su praxis nos enfrenta a un concepto de Moral que no es un mero discurso ‘moralista’, como algo aislado de la realidad, ‘idealista’ o abstracto, o religioso, sino plenamente concreto, material, que surge y se proyecta desde las entrañas mismas de la realidad alienante que construye el sistema capitalista.
“El único poder capaz de superar prácticamente (positivamente) la alienación de la actividad humana es la propia actividad humana autoconciente” [13]
Por lo tanto es importante comprender, tanto a la Moral como a la Ética como campos de batalla ideológica, en donde se enfrentan la emancipación (humanización) y la alienación (deshumanización) y en donde cada uno de nosotros/as está diariamente siendo desafiados/as. Esos fueron los desafíos que asumieron los camaradas de Nicaragua:
“La moral de la transformación de la vida cotidiana implica transformar la energía espiritual alienada de los individuos en VOLUNTAD de transformación de la vida cotidiana, en transformarse uno mismo a la par que luchamos por transformar la sociedad. No nos referimos a la energía de las tareas sociales de la revolución, como el trabajo voluntario o la defensa de la revolución, sino a la energía que hoy se gasta en la agresividad personal, en el alcoholismo, en el desentusiasmo individual, en fin, en todo aquello que se ha señalado como conductas del sistema capitalista y se ha incluido como posiciones a combatir, tal como ‘oportunismo, individualismo, amiguismo, maledicencia o difamación, adulación, prejuicio racial, cualquier forma de discriminación y demás deformaciones y vicios del sistema capitalista’”(Derechos y deberes de los militantes del FSLN)”[14]
La ética, viene a ser como ese camino de autocontrol, autodominio conciente. Es la vía para alcanzar la libertad humana real. En este sentido la ética no sólo es mediadora en todas nuestras relaciones, sino que además es la ‘posibilitadora’ de nuestra liberación.
“La superación de la actividad alienada por medio de la iniciativa autoconciente, solo puede ser concebido como un proceso complejo de interacciones, que produzca cambios estructurales en todas las partes de la totalidad humana.”[15]
La verdadera autoconciencia del ser humano es la conciencia de ser un ser social, y justamente esa disciplina conciente (interior) sólo podremos desarrollarla en cada uno de nosotros y nosotras, si asumimos las distintas tareas desde una praxis colectiva, creada en la vida revolucionaria.
Muchas veces, desde prácticas o relaciones paternalistas, somos los mismos militantes los que, no nos desafiamos a conocernos más, a enfrentar nuestras debilidades, nuestros límites, nuestras potencialidades; esperamos que otros nos marquen, nos indiquen ¿qué es lo que tenemos que hacer?, ¿cómo?, y ¿qué no podemos hacer?….como si no lo supiéramos aún (en algunos casos) o simplemente, no quisiéramos descubrirlo. Esta podría ser una expresión de esa disciplina exterior, incluso podría ser una de las formas de autonegación o autoengaño, que lo único que logra es retrasar nuestro crecimiento personal y por lo tanto colectivo.
Claro que cómo humanos que somos, los cambios se suceden desde los procesos concretos que vivimos, pero primeramente necesitamos asumir en todas sus dimensiones lo que significa involucrarnos personal/colectivamente en nuestra liberación. Para este proceso de producción o autocreación del ser humano es fundamental la vivencia de la praxis creadora, ya que es ésta la que permite hacer frente a nuevas necesidades y nuevas situaciones:
“El ser humano no vive en un constante estado creador. Sólo crea por necesidad, es decir, para adaptarse a nuevas situaciones o satisfacer nuevas necesidades. Repite, por tanto, mientras no se ve obligado a crear. Sin embargo crear es, para él, la primera y más vital necesidad humana, porque sólo creando, transformando el mundo, el hombre hace un mundo humano y se hace así mismo.”[16]
La alienación nunca es un estado de ‘cosas fijas’ sino siempre un proceso, en movimiento, en tensión permanente. La alienación es una construcción histórica que supone determinadas relaciones sociales y determinadas causas que le dan origen, como así mismo las posibilidades de su transformación.
Aquí es bueno recordar que, K. Marx, ya en las Tesis sobre Feuerbach argumentó cómo los seres humanos no sólo son producto de las circunstancias, sino que éstas son productos suyos. Las circunstancias que modifican al hombre, a la mujer son, al mismo tiempo, modificadas por ellos. Es el hombre y la mujer, en definitiva, quienes hacen cambiar las circunstancias y se cambian a sí mismos. Pero esta unidad entre circunstancias y acción humana, o entre transformación de las primeras y autotransformación del hombre, de la mujer, sólo sucede en y por una praxis revolucionaria.
La sociedad capitalista se basa en el mercado, y como el mercado capitalista implica que los productores no tengan el control sobre sus propios productos, sobre sus prácticas y sobre sus relaciones sociales, la sociedad capitalista genera necesariamente alienación.
“La alienación constituye un proceso de pérdida del control. ¿Qué es lo que se pierde en el capitalismo? Se pierde la posibilidad de gestionar una economía, con una racionalidad basada en las necesidades de la inmensa mayoría de la sociedad, en lugar de basarse en la búsqueda frenética de ganancias para una pequeña minoría.(…) Los trabajadores, que son los creadores de la sociedad y de las riquezas y sus valores, terminan sojuzgados por el producto de su propio trabajo.”[17]
Cuando más brilla el mundo de las mercancías y de los valores en el mercado, menos vale y menos importa el ser humano. Esa inversión, donde las cosas valen más que las personas, también es alienación.
Cuando Marx analizó la alienación en sus Manuscritos económicos filosóficos de 1844, sintetiza que la “alienación del trabajo” (que produce las relaciones sociales capitalistas) es la causa de todo el proceso de alienaciones. En este proceso, en esta actividad, en esta praxis ‘alienada’ el ser humano ‘se pierde’ en 4 aspectos: 1) el ser humano está alienado de la naturaleza, y del producto de su relación con ella, 2) está alienado de sí mismo (de su propia actividad, como proceso de autoalienación), 3) el ser humano está alienado de su ser genérico (de su ser como miembro de la especie humana) y 4) el ser humano está alienado de los otros seres humanos, construyendo relaciones alienantes.
Entonces, si entendemos a la moral y la ética revolucionaria, como la praxis colectiva de nuevos valores, como creadoras de humanidad; la alienación esta expresando la NO-VIVENCIA de esa ética, de esa moral.
Para enfrentar esta batalla cultural, ideológica necesitamos alimentarnos constantemente, desafiarnos en nuestra capacidad de DISCERNIMIENTO/ANÁLISIS, de DECISIÓN, de CORAJE para rechazar de nosotros mismos todas las tendencias a la alienación, y eso sólo es posible desde la autoconciencia de la praxis, asumiendo esa construcción que nadie puede pensar-hacer-sentir solo, e incluso realizar por nosotros. Es la autoconciencia que obliga a estar constantemente vigilantes, activos caminando de lo interior a lo exterior, de lo ideal a lo concreto, del fin querido al resultado real. Este proceso necesariamente introduce una carga de incertidumbre o imprevisibilidad, que también debemos asumir, reconociendo además que los resultados o productos de cualquier proceso creador son únicos e irrepetibles, como cada persona.
Conquistar nuestra emancipación, derrotando la alienación, es en nosotros los/as militantes, no sólo una posibilidad (como para todo ser humano) sino y sobre todo un ‘deber social’ constante.
“…es una posibilidad real para todo individuo –desde el punto de vista del desarrollo de su personalidad real- y su deber íntimo conquistar, autónomamente, la victoria sobre su propia alienación…. el papel de la ideología en la conquista de la victoria de los individuos sobre sus propios modos de vivir alienados talvez nunca haya sido mayor que en esta era presente de sutil manipulación desideologizada”[18]
“..el arma más fuerte contra la alienación es la disposición del individuo y la convicción que modela el contenido de su vida”[19]
Asumir nuestros combates cotidianos en las relaciones alienantes (machistas, homofóbicas, discriminatorias, mercantilistas, consumistas, entre otras) que construye e impulsa el capitalismo, y que muchas veces reproducimos conciente o inconcientemente, nos exige a cada uno de nosotros/as encontrarnos con nosotros/as mismos, con nuestra esencia humana y con nuestra existencia social, colectiva.
“ ‘la esencia humana de la naturaleza está, en primer lugar, para el hombre social’ y él agrega que la verdadera individualidad no puede ser comprendida si nos abstraemos (nos aislamos) de la socialidad” [20]
“La verdadera autoconciencia del ser es su conciencia de ser social. Cualquier abstracción de esas características básicas solo podrían resultar en una autoconciencia alienada”[21]
Asumir nuestra propia existencia social en todas sus dimensiones (culturales, económicas, políticas), desde nuestras tareas, acciones donde expresamos limitaciones, potencialidades, debilidades, capacidades, nos permite ir creciendo en nuestra totalidad, como ser social.
“…el individuo no se puede reproducir como individuo social, a menos que participe de manera cada vez más activa en la determinación de todos los aspectos de su propia vida, desde las preocupaciones más inmediatas hasta las más amplias cuestiones de política, organización socioeconómica y cultura.”[22]
Como militantes, o cuadros que asumimos diversas tareas organizativas, políticas, técnicas, educativas, debemos fortalecer los comandos colectivos. Como expresan los zapatistas, en Chiapas (México) debemos “mandar obedeciendo”. Obedeciendo al interés colectivo, a esa ética revolucionaria que construimos diariamente, vivenciando de igual a igual el trabajo, las dificultades y las conquistas sociales.
Las supuestas ‘salvaciones’ que se difunden desde los distintos aparatos ideológicos del sistema capitalista (medios de comunicación masiva, sistema educativo,…) siempre se basan en la ‘realización’ individual, estrictamente personal, que garantice la ‘autonomía’, la ‘privacidad’. En el mejor de los casos nos invitan a ‘ser’ convertidos en clientes, usuarios, consumidores/as y ‘ser’ meros espectadores/as de la realidad en la que estamos inmersos.
“La actividad es actividad alienada cuando asume la forma de una separación u oposición entre ‘medios’ o ‘fines’, entre ‘vida pública’ y ‘vida privada’, entre ‘ser’ y ‘tener’, y entre ‘hacer’ y ‘pensar’” [23]
Desde esta perspectiva se intenta ocultar la separación, la alienación que significa intentar comprender nuestra naturaleza humana y las formas de ‘realizarnos’, valorizando sólo mis posibilidades, mis capacidades y mis decisiones, aislados de cualquier interacción social, humana, de las circunstancias siempre colectivas que nos dan sentido. De esa forma solo interactuamos con ‘cosas’ que consumimos (y que consumen nuestra humanidad) o con personas convertidas en ‘cosas’, y que también las consumimos. Lamentablemente esos ‘mis’ representan esa alienación que no nos permite mirar más allá de nuestro ombligo, más allá de nuestra necesidad individual, de nuestras angustias, de nuestras preocupaciones, aislándonos/alienándonos en nuestras concepciones sobre nosotros mismos, sobre nuestro entorno natural, social y cultural.
Inclusive se nos crean, o muchas veces nosotros mismos nos creamos, necesidades ‘artificiales’ que responden también a ‘carencias artificiales’. Es entonces cuando el mismo ser humano buscando solucionar esas necesidades ‘artificiales’ frustra sus propios objetivos. En estas circunstancias, creadas o asumidas por nosotros/as, pierdemos los sentidos humanos (físicos y mentales), para ser sometidos por el único sentido viable en el capitalismo, el sentido del tener, de poseer. Ese sentido alienado se expresa en el dinero.
“No es con riquezas que vamos a crear conciencia, sino que es con conciencia que podemos aspirar a producir riquezas”[24]
“La realización egoísta es la camisa de fuerza impuesta al hombre/mujer por la evolución capitalista, y los valores de la ‘autonomía individual’ representa su glorificación ética” (…) en esa ética, el concepto de ‘naturaleza humana’ sirve para absolutizar (…) un orden social que ‘mantiene a los hombres/mujeres es su brutal soledad”[25]
“La descripción ilusoria de los verdaderos intereses comunes del hombre/mujer como un ‘Interés General’‘ abstracto (…) oculta una verdadera alienación: la autoalienación del hombre en la forma de una separación entre el interés privado y el colectivo.”[26]
“El culto de la ´privacidad’ y de la ‘autonomía individual’ cumple así una doble función de proteger el orden establecido (…) y subjetivamente proporcionar una salida escapista para el individuo aislado e impotente, manipulado por los mecanismos de la sociedad capitalista” [27]
Por otro lado, también podemos quedar atrapados en argumentaciones que, supuestamente solidarias, plantean estar en función de ‘todos’, en función de servir a la ‘sociedad’, como un todo, pero tan general, tan abstracto, que terminan ocultando las relaciones de poder existentes, la lucha de clases.
“Nosotros negamos toda esa moralidad tomada al margen de la naturaleza humana, al margen de las clases (…) Decimos que nuestra moralidad está enteramente subordinada a los intereses de la lucha de clases del proletariado”.[28]
La iniciativa autoconciente que involucra a la totalidad humana, que por lo tanto involucra praxis colectivas, y en donde asumimos colectivamente la construcción de una moral revolucionaria, podemos vivenciarla desde lo procesos educativos. Ese es un campo de batalla cultural fundamental.
“La moral es una función positiva de la sociedad: del ser humano luchando con la tarea de su propia realización”…”El órgano de la moral como automediación del hombre en su lucha por la autorrealización es la educación. Y la educación es el único órgano posible de automediación humana (…) La educación es una cuestión inherentemente personal, interna; nadie puede educarnos sin nuestra propia participación activa en el proceso. El buen educador es alguien que inspira la autoeducación”[29]
De ahí la importancia que tienen las formas, los tiempos, los contenidos, los espacios, las metodologías, los trabajos prácticos, ya que son parte de los procesos educativos, formativos que pueden favorecer o no, a la autorrealización, a la autoconciencia, entendida en su totalidad, colectiva y contradictoria.
Desde nuestras prácticas educativas, formativas, los educadores aprendemos, nos educamos poniendo nuestra vida, nuestros errores y nuestra ética en cada actividad que emprendemos. Nos hacemos preguntas, buscamos respuestas, creamos propuestas, nos desafiamos en nuestra praxis diaria y aprendemos de las experiencias de muchos pedagogos/as que, asumiendo esa dimensión total de la vida, esa conciencia del ser social, colectivo, se comprometieron en procesos pedagógicos insertos en los procesos revolucionarios.
Entre ellos Anton Makarenko, en la ex Unión Soviética reflexionaba:
"No bastaba “corregir” a una persona. Era preciso educarla de un modo nuevo, no sólo para hacer de ella un miembro inofensivo y seguro de la sociedad, sino para convertirla en un elemento activo de la nueva época" (Poema Pedagógico).
”Esta educación será eficaz cuando se llegue al punto que el niño ejecute tareas desagradables pacientemente sin quejas y paralelamente con su crecimiento adquiera una sensibilidad tal que el trabajo menos grato llegará a proporcionarle placer y se comprenda su utilidad social”
Jose
29/01/07
[1] V.I. Lenin, “¿Qué Hacer?”
[2] István Mézsaros, “La teoría de la alienación en Marx”, p.156 (Sao Paulo, Boitempo editorial, 2006)
[3] Orlando Núñez Soto, “La insurrección de la conciencia”, p. 103 (1988, Nicaragua)
[4] Agnes Heller, “Sociología de la Vida Cotidiana”
[5] Ernesto “Che” Guevara, “Moral y disciplina de los combatientes revolucionarios” en, (Verde Olivo, 1960)
[6] Idem.
[7] Idem.
[8] Idem
[9] I. Mezsaros, Idem, p.168
[10] Che Guevara, Idem
[11] Idem
[12] Sanchez Vázquez, Adolfo, “Filosofía de la praxis”, p.245 (1980, México)
[13] I. Mezsaros, Idem, p.165
[14] Orlando Nuñez Soto, Idem, p.150
[15] Idem, p.167
[16] A. Sánchez Vázquez, idem, p. 303
[17] Néstor Kohan, “Introducción al marxismo”,p.77 (Argentina, 2003)
[18] Lukács, “La ontología del ser social”, Budapest, 1976, vol 2, pp786-7
[19] Idem
[20] I. Mezsaros idem, p.145
[21] Idem p.157
[22] Idem p.259
[23] Idem p.167
[24] Fidel Castro, s/d
[25] Idem p.237
[26] Idem p.202
[27] Idem p.241
[28] Lenin,….
[29] Idem p.172
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