Miguel Angel Núñez
E-mail: ipiat2000@yahoo.es
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Justo dentro de un mes,
llega Río + 20. Se celebran dos décadas de la II Cumbre Mundial de Desarrollo
Sustentable, la cual nos promovió la Agenda 21. La aventuraban dos instrumentos
básicos internacionales: el Convenio de
Diversidad Biológica y la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio
Climático. Ya en el 2002 en Sur África, en la III gran Cumbre del mismo estilo,
se recogía el saldo negativo. No sólo desde Río 92, sino también en las
propuestas y acciones ambientales negadas, desprendidas de la I Gran Cumbre celebrada en Estocolmo de 1972.
Llega
Río +20 con otra innovadora propuesta, la cual viene ya capturada, no sólo por
los tantos mecanismos trans-globalizadores-mercantilizados, sino también por la
oferta de las nuevas posibilidades, en la producción de los conocimientos para
las ciencias, la tecnología, la
formación y educación, los cuales se estarán exhibiéndose bajo el tenor de la “economía
verde”. Este es el tema central de la ONU, quien de nuevo solicita a los
gobiernos del mundo la definición y ejecución de un marco institucional, el
cual parta de un sistema de actividades económicas relacionadas con la
producción, distribución y consumo de bienes y servicios que resulta en las
mejoras del bienestar humano a largo plazo, sin exponer a las generaciones
futuras a riesgos ambientales. Al parecer, ahora si la economía verde
erradicará la pobreza.
Llega
Río +20 con los movimientos sociales diciendo: lo social-ambiental caminan
juntos y se deben atenderse simultáneamente. No puede haber preservación
ambiental sino superamos el modelo extractivista-depredador de pobreza. Por
ello, los movimientos sociales van a defender “la economía solidaria”. Algunos
sostienen que dado el carácter estructural de la crisis capitalista que
enfrentamos y la merma de los recursos naturales, esta nueva Cumbre no podrá
llegar a resultados concretos. La contradicción es evidente, si las medidas
económicas y tecnológicas verdes son las banderas del G-8 y G-20; quienes
siguen causando los extraordinarios desajustes ambientales a nivel del
planetario ¿cómo se van a implementar nuevas medidas? Otros proclaman el
“lavado verde”, el cual disfrazará las actuales prácticas económicas y
tecnológicas que son insostenibles. Por lo tanto, pueden estar en juego y
consulta, para sus sentencias, muchos de los tratados y convenciones de avances
que se han estancado; progresaron a medias y no arrancaron en los últimos 40
años de Cumbres tras Cumbres.
Llega
Río + 20 como una nueva oportunidad para transformar radicalmente el paradigma
económico extractivista actual. Otros argumentan que debemos ir a acciones
concretas, las cuales se encaminen en aumentar las posibilidades de las
prácticas ecológica-mente sustentables, que den pie a la creación de un marco
institucional para el desarrollo sustentable, para reformar y reforzar la
gobernabilidad a nivel local, nacional, regional y global, a fin de promover un
desarrollo sustentable, endógeno e integral.
Llega
Río + 20 para unos cuantos, con los mismos ánimos y compromisos de Río 92; Sur
Africa 2002; Cochabamba 2010 y otras tantas Cumbres. Con ánimos para avanzar en
la viabilidad de sistemas alimentarios locales impulsados por las tantas
tecnologías apropiadas que nos presenta la agroecología. Desde su exigida
ampliación, la agroecología puede alimentar el mundo. Es la eco-base para un
sistema agroalimentario sano, diversificado, justo y ambientalmente sustentable
de los pequeños y medianos productores, familiares y de ambientes productivos
diversos que conseguimos en el planeta tierra.
Llega
Río + 20 diciéndonos que la parte más dinámica de una economía local debe ser
la agricultura sustentable. Esta se dinamiza en los postulados de la
agroecología. Por ello para hablar de “economía verde y solidaria”, debemos
entender y hablar de una agricultura sustentable. Allí a nuestro modo de ver,
se centra gran parte del problema y de las soluciones. Los cambio climáticos
deben mitigarse con otras prácticas agrícolas contrarias a las que siguen
causando los gases de efecto invernadero, promovido por la agricultura
extractivista-tóxica.
Llega
Río +20 exigiéndonos radicalmente cambiar el paradigma agrícola hacia una
agricultura sustentable, lo que nos llama a cerrar filas y EXIGIR en Río +
20 la ampliación de los enfoques
agroecológicos hacia los distintos niveles de producción. Son un cumulo de
tareas y acciones, que van de la mano en el empuje por la agroecología. Esta
nueva ciencia emergente definitivamente no puede construirse, sino le
proporcionamos un integrado enfoque de variables y factores, que bien se
expresen en la voluntad política que los actuales momentos se exige.
Llega
Río+20 para seguir impulsando lo que esta pendiente y se concatena con la
agroecología, a saber: apoyo a los derechos y el acceso a los recursos para las
mujeres y los pueblos indígenas; adoptar una Declaración Universal de Derechos
de la Madre Tierra y proseguir a la creación de un Tribunal Internacional de
Justicia Climática. Continuar la lucha por la defensa de los territorios frente
la indebida apropiación de inmensos lotes de tierras y no comprometerlas a la
producción de biocombustibles, y frenar la especulación de los food
comodities(alimentos mercantiles). Indispensable seguir con el afán que se
reconozca el dialogo inter-cultural, en especial los pueblos que poseen una
inmensa diversidad biológica-natural y cultural. Ello exige en avanzar en una
educación inter-cultural que incluya a todos los sectores sociales y revalore
nuestra identidad mestiza integral, en especial la de los pueblos
latinoamericanos.
Llega
Río +20 y el proceso revolucionario venezolano sigue sobrado en los
cumplimientos de las metas del milenio. Educación, salud, legislación,
viviendas, estrategias y acciones para la conservación de la diversidad
biológica y sus procesos de organización social entre otros; nos indican que en la medida que los pueblos
asumen sus retos y compromisos de cambios, los avances comienzan a valorarse y hacerse
sentir. Se constituyen en procesos irreversibles en la historia y personalidad
política de cada sociedad. Una audaz política agrícola-ambiental-agrícola se
reclama, para proseguir cumpliendo con las otras metas del milenio, las cuales
son inherentes a las verdaderas prácticas de sustentabilidad y al cumplimiento
de las mismas.
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III ENCUENTRO VENEZOLANO DE DIVERSIDAD BIOLOGICA
DECLARATORIA DEL III CVDB DE CARA A RÍO + 20: contra la economía verde
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